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    Ciudad de México. Debido a que ante la epidemia de sobrepeso y obesidad existente en el país no se cuenta con una estrategia alimentaria y nutricional “articulada, coordinada y coherente”, las 32 organizaciones integrantes de la Alianza por la Salud Alimentaria (ASA) lanzaron este martes un manifiesto en la materia.

    En conferencia de prensa presentaron el documento Sistema Alimentario Nutricional, Justo y Sustentable (SANJS) que establece seis componentes centrales: contar con un marco normativo que dé viabilidad a la propuesta; con instituciones, políticas públicas y programas con presupuestos suficientes; el SANJS debe estar articulado estratégicamente al sistema de salud y al combate a la pobreza en el país; establecer una educación alimentaria nutricional; realización de prácticas agroecológicas sustentables y vinculación entre productores y consumidores.

    Precisaron que aunque no presentarán la propuesta formalmente a los candidatos a la presidencia de la República, en sí el análisis constituye un llamado a los aspirantes, a los partidos y a la ciudadanía en general a lograr un cambio en el rubro.

    El manifiesto a la nación expone que “la forma en que se obtiene y se consumen los alimentos ha cambiado radicalmente en las últimas décadas, generando enfermedades, inequidad social y daño irreversible al medio ambiente”.

    Por ello la propuesta busca tener un abordaje integral a partir de una política agrícola que impacta en diversas esferas urgentes de atender en el país: la salud, los recursos naturales y la superación real de la pobreza, especialmente en las zonas rurales.

    Yarishdy Mora, de la organización Salud Crítica, presentó los puntos centrales que debe incluir un nuevo marco normativo que dé viabilidad al SANJS, cuyo eje central es la garantía de los derechos humanos, especialmente el derecho a la alimentación estipulado en la Constitución en 2011. Para lograr lo anterior, también es esencial generar estrategias para revertir la alta concentración del mercado agroalimentario en unas cuantas corporaciones transnacionales, y una regulación estricta a la agroindustria, recuperando la alimentación saludable y reduciendo el consumo de alimentos ultraprocesados.

    El segundo componente explicado por Ana Lucía Márquez, de la organización The Hunger Project, abordó la necesidad de contar con instituciones, políticas públicas y programas con presupuestos suficientes, para que con ello estén en condiciones de cumplir y hacer cumplir sus responsabilidades a los diferentes actores económicos y sociales involucrados en la producción y distribución de alimentos sanos, bajo un esquema de monitoreo y evaluación con los más altos estándares de calidad.

    El doctor Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, presentó el tercer elemento relativo a la articulación del SANJS con el Sistema de Salud y el Combate a la Pobreza. Esta acción parte del reconocimiento de una estrecha relación entre la capacidad de producir alimentos sanos y nutritivos y la elevación en los índices de salud y mejora nutricional de la población general, así como la posibilidad de una reactivación económica local.

    El cuarto componente, expuesto por el doctor Marcos Arana, del Centro de Educación en Ecología y Salud para Campesinos y Defensoría a la Salud, busca la implementación de acciones que promuevan la educación alimentaria nutricional, de modo que genere una verdadera revolución alimentaria en el país, revalorando la riqueza de nuestros alimentos y nuestra cocina, frente al embate de los alimentos ultraprocesados, generando consciencia social sobre las consecuencias que tiene lo que comemos en nuestra salud, medio ambiente y sociedad.

    Mercedes López, de Vía Orgánica, fue clara en la necesidad de transitar a prácticas agrícolas que minimicen el impacto ambiental, reduciendo el uso de agroquímicos y de biocombustibles; así como el uso indiscriminado e irracional del agua; en cosechas inteligentes que generen suelos sanos y sostenibles que ayuden a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y promuevan la diversidad de los ecosistemas y la revalorización de la producción y vida campesina, lo anterior forma parte del quinto componente del Manifiesto.

    Álvaro Urreta, de la Unión de Productores y Comerciantes de Hortalizas de la Ciudad de México, habló sobre el último elemento: la vinculación entre las familias campesinas y los productores a pequeña escala con los consumidores. El Manifiesto indica la necesidad de generar circuitos cortos de comercialización, alternativos y solidarios, que además traen como beneficio la reducción de pérdidas alimenticias y del impacto ambiental por el transporte de los alimentos.

    La presentación concluyó con la intervención de Raj Patel, profesor y experto reconocido por sus estudios en torno al sistema alimentario a nivel global, quien expresó: “Ésta es una contribución vital a la conversación que se tiene en el ámbito global del siglo 21. ¿De qué otra forma va México a cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas número dos de poner fin al hambre a tan solo 12 años de 2030, que no sea reuniendo a los productores rurales, consumidores, y defensores del derecho a la salud y de los niños? Este es el llamado que han realizado organismos internacionales como la FAO y la OMS, y es inspirador ver a la sociedad civil mexicana uniendo esfuerzos para lograr un enfoque integral”.

    FUENTE:La Jornada en Linea

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